lunes, 21 de marzo de 2016

Compendio de la Misericordia

Nuestra Cofradía acoge con la Iglesia el Año Jubilar de la Misericordia. El mensaje y la palabra, los gestos y signos manifestados por el Santo Padre Francisco, nos sirven de acicate para recordar cómo la tradición cofrade ha sabido aunar la compasión con los sentimientos de Cristo en su Pasión, Muerte y Resurrección, con la compasión hacia quienes hoy viven, sufren y padecen el dolor, la exclusión o cualquier forma de injusticia y agresión a su dignidad y derechos. Es conocido por todos cómo cada una de las antiguas Cofradías de nuestra ciudad asumía el ejercicio de una obra de misericordia: atención y educación de huérfanos, hospedaje para transeúntes, hospital, asilo… era la extensión caritativa de cada una de las Cofradías.

Con frecuencia este compromiso es reclamado por algunas voces para que en el siglo XXI las Cofradías cumplan una función no sólo cultual. Siempre hay espacio para el compromiso personal y de modo particular podemos preguntarnos qué y cómo, podemos hacer para manifestar un actuar misericordioso.

Cuando de pequeños aprendíamos el elenco de las obras de misericordia corporales y espirituales, aprendíamos a enunciarlas de carrerilla y quizá de modo individualizado. Es bueno recordar que las obras de misericordia siempre tienden un puente entre ellas y aunque visibilizan una sensibilidad o carisma especial hacia una forma de dolor o exclusión, lo importante es el talante de quien es misericordioso, luego vendrá el modo de manifestarlo. En dicho elenco de obras de misericordia corporales, todos sabemos que culmina con el dar eterno descanso. Es por suerte para nuestra particular advocación, lo que manifestaron los amigos y seguidores de Jesús: dar a Cristo sepultura. El tema tiene su profundidad… Quizá algunos conozcáis el Hospital de la Caridad en Sevilla. En su templo aparecen representadas alegorías de las siete obras de misericordia, con motivos extraídos de la Escritura. El retablo principal presenta la última de las Obras bajo la forma del Santo Entierro, que tan bellamente esculpió Pedro Roldán. Es un ejemplo que nos expresa la ligazón entre las obras de misericordia y cómo éstas culminan en el Misterio que expresa el Santo Entierro del Cristo Yacente. ¿Qué podemos aprender de su contemplación?

En primer lugar, dar cristiana sepultura es una confesión de esperanza. No es guardar un cuerpo para el recuerdo como hacía la cultura romana, sino sembrarlo para la inmortalidad, creyendo conforme a nuestra fe, que lo mismo que el Cuerpo de Cristo fue sepultado, también nuestro ser resucitará con Él glorioso en cuerpo y alma. En el Entierro de Cristo se cumplieron otras obras de Misericordia: Nicodemo y las mujeres velaron su cuerpo desnudo arrancado de la cruz y vestido con un epitaphion de misericordia. María, también con lágrimas, entregó el agua que limpió y sació las heridas de quien poco antes exclamó: Tengo Sed; José de Arimatea acogió en una morada nueva de su pertenencia (sin saber que por tres días) al peregrino de Vida Nueva; las mujeres visitaron en la mañana de Resurrección a quien parecía que la cárcel de muerte tenía apresado. Y por ejercer la misericordia ¿qué ocurrió?: que ni sepultura, ni la cárcel, ni la desnudez, ni la herida, ni el tránsito, ni el hambre ni la sed vencieron a quien resucitaba para ser Alimento y Bebida de vida nueva, vestido glorioso, morada eterna, puerto seguro y fuente de salud y salvación para quien en Él pone la esperanza.

Tendremos tiempo en esta Semana Santa de poder reflexionarlo y compartirlo. Feliz Cuaresma, Pasión y Pascua en la Misericordia del Señor Jesús.

Guillermo Camino Beazcua, Consiliario


Santo Entierro. Pedro Roldán. Hospital de la Caridad (Sevilla)

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